La
obesidad en niños de diez a 14 años se asocia de manera muy importante con el
hecho de que sus padres también tienen este problema[1],
ello sin contar diversos factores como la falta de ejercicio, el sedentarismo,
malos hábitos, falta de acceso a información de calidad, falta de consumo de
agua potable, que también se presenta cuando los menores de edad acuden a sus
planteles educativos.
En
una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Salud Pública, sobre la
salud en estudiantes de escuelas públicas en México, publicada en 2010, se
observó que en el caso del Distrito Federal, a nivel primaria existe una
prevalencia del 38.5 por ciento de sobrepeso y obesidad para ambos sexos, mientras que a
nivel nacional es de 30.3 por ciento. En secundaria se observan niveles aún más altos con
un 39 por ciento para ambos sexos mientras que la media nacional es del 32 por ciento.[2]
Tomando como ejemplo a la capital del país, “en los planteles
de educación preescolar sólo el 8.6 por ciento (77 de 889 escuelas) cuentan con
bebederos; de los planteles de educación primaria sólo el 14.4 por ciento (385 de 2, 665
escuelas) cuentan con bebederos, y de educación secundaria sólo el 6 ciento cuenta
con bebederos (61 de 1001). De un total de 4,555 escuelas de los tres niveles,
solamente 523 escuelas cuentan con bebederos, es decir, solamente 11.48 por ciento”.[3]
A esto hay que sumarle que el agua que se encuentra en
dichos planteles, en la mayoría de los casos no tiene la calidad adecuada para
su consumo[4],
que comprar un refresco grande, que alcance para toda la familia, es en
ocasiones más barato que comprar agua para beber, aunque esta diferencia sea
mínima; que el refresco, a diferencia del agua, tiene un sabor agradable; y que
en las tiendas encuentras más variedad de refrescos que opciones de agua
embotellada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario